viernes, 6 de marzo de 2015

Rubén Darío

Bienvendidos al portal Rubén Darío Sarmiento

 Rubén Darío
Nació el 18 de enero de 1867 en San Pedro de Metapa, hoy Ciudad Darío, Matagalpa, Nicaragua.
Primer hijo de Manuel García y Rosa Sarmiento. Fue criado por su abuela tras la separación de sus padres.
En el año 1886 viaja a Santiago de Chile, donde publicó su primer gran título: Azul (1888), libro que llamó la atención de la crítica. De regresó a Managua contrajo matrimonio con Rafaela Contreras en 1891; quince meses después nació su primer hijo y en 1893 falleció su esposa.
En el año 1892 viajó a España como representante del Gobierno nicaragüense para asistir a los actos de celebración del IV Centenario del descubrimiento de América. Tras viajar por distintos países, residió en Buenos Aires, donde trabajó para el diario La Nación. En 1898 regresa a España como corresponsal y alterna su residencia entre París y Madrid, donde en 1900, conoce a Francisca Sánchez, mujer de origen campesino con la que tuvo un hijo y vivió con ella hasta el resto de sus días. Convertido en poeta de éxito en Europa y América, es nombrado representante diplomático de Nicaragua en Madrid en 1907.
Sus primeros poemas son una mezcla de tradicionalismo y romanticismo; Abrojos (1887) y Canto épico a las glorias de Chile (1888). Este mismo año publica Azul (1888, revisado en 1890), dividido en cuatro partes: ‘Primaveral‘, ‘Estival‘, ‘Autumnal‘ e ‘Invernal‘. A este libro debe que sea considerado como el creador del modernismo; escritores como Ramón María del Valle-Inclán, Antonio Machado, Leopoldo Lugones o Julio Herrera y Reissig le reconocieron como el creador e instaurador de una nueva época en la poesía en lengua española.
En París entra en contacto con los poetas parnasianos y simbolistas abandonando el provincialismo por una poesía de la universalidad y cuenta su vida cotidiana pero a través de símbolos herméticos. En Prosas profanas (1896 y 1901), obra simbolista, desarrolla de nuevo el tema del amor. Formalmente creó una poesía elevada y refinada con muchos elementos decorativos y resonancias musicales; Cantos de vida y esperanza (1905) es el mejor ejemplo de ello. El canto errante (1907), es su libro, conceptualmente, más universal.
En 1913 cae en un profundo misticismo y se retira a la isla de Mallorca. Allí empieza a escribir una novela La isla de oro -que nunca llegó a concluir- en la que analiza el desastre hacia el que está caminando Europa. También compone Canto a Argentina y otros poemas (1914), un libro dedicado a este país en el año de la celebración de su centenario en que quiso seguir el modelo del Canto a mí mismo de Walt Whitman.
En 1915 publica La vida de Rubén Darío, año en que regresó a a América donde falleció el 6 de febrero de 1916 poco después de llegar a Managua.

Obras

Poesía
Abrojos 1887
Rimas 1887
Azul…. 1888
Canto épico a las glorias de Chile 1887
Primeras notas 1888
Prosas profanas y otros poemas 1896
Cantos de vida y esperanza. Los cisnes y otros poemas 1905
Oda a Mitre 1906
El canto errante 1907
Poema del otoño y otros poemas 1910
Canto a la Argentina y otros poemas 1914
Lira póstuma 1919
Prosa
Los raros 1906
España contemporánea 1901
Peregrinaciones 1901
La caravana pasa 1902
Tierras solares 1904
Opiniones 1906
El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical 1909
Letras 1911
Todo al vuelo 1912
La vida de Rubén Darío escrita por él mismo 1913
La isla de oro 1915 (novela inconclusa)
Historia de mis libros 1916
Prosa dispersa 1919
LO FATAL
A René Pérez
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!

El fenómeno capital de Rubén Darío

Nicaragua es durante el siglo XIX un país de muy escasa población, la mayor parte de ella analfabeta, y todavía en espera de la modernización económica que las revoluciones liberales habían venido prometiendo en el continente americano desde las luchas de independencia. Y aún a pesar de nuestra marginalidad, y la muy escasa tradición cultural, habrá de ocurrir  aquí el suceso de mayor relevancia en la historia literaria del continente, y que conmoverá luego los cimientos de la poesía de habla española: el nacimiento del poeta Rubén Darío en una pequeña aldea rural del departamento de Matagalpa en el año de 1867.
Darío (bautizado como Félix Rubén García Sarmiento), vivió su infancia y adolescencia en la ciudad de León, que era entonces el centro cultural y académico más importante de Nicaragua, sede episcopal y sede universitaria; allí sería conocido como “el poeta niño”, por su asombrosa facilidad de escribir versos rimados, y su fama alcanzaría pronto a toda Centroamérica.
Su primera salida fuera de las fronteras la hizo a El Salvador, en busca de horizontes diferentes; pero en 1886 emprendió su viaje decisivo a Chile, donde publicó Azul en 1888, un libro compuesto de poesías y cuentos que marca el nacimiento del modernismo, y que fue elogiado por Don Juan Valera desde Madrid, en sus Cartas Americanas. En Santiago de Chile haría también sus primeras armas de periodista, un oficio que ejerció con gran éxito toda su vida; desde entonces, comienza a escribir para el diario La Nación de Buenos Aires, fundado por Bartolomé Mitre.
En 1892 viajó por primera vez a España, como parte de la delegación oficial de Nicaragua a las fiestas del cuarto centenario del descubrimiento de América, y se relacionó con los intelectuales consagrados de la época: el propio Valera, doña Emilia Pardo Bazán, Castelar, Núñez de Arce, Campoamor; y el año siguiente recibió el nombramiento de Cónsul de Colombia en Argentina, país al que viajó por la vía de Nueva York, donde se encontró con José Martí, y París, donde conoció a Verlaine.
La vida sentimental de Darío fue muy trágica. Antes de su viaje a Argentina habría de ocurrir, en el trance de dar a luz, la muerte de su joven esposa Rafaela Contreras, con quien se había casado durante su segunda estancia en El Salvador; y el hijo nacido de ese parto fatal, Rubén Darío Contreras, vivió siempre lejos de él. Al enviudar, fue forzado a contraer matrimonio en Managua con Rosario Murillo, un episodio del que siempre conservó dolorosos recuerdos.
En  Buenos Aires habría de vivir hasta el año de 1898. Aquella fue una época clave para su obra literaria, reconocido ya en los cenáculos literarios, y mientras su fama se hacía cada vez más creciente en el extranjero. Ese año de 1898 parte para España, comisionado por La Nación para escribir una serie de reportajes sobre las consecuencias de la derrota española en la guerra contra Estados Unidos por la posesión de Cuba; artículos que reunirá más tarde en su libro España Contemporánea (1901).
Es durante este viaje que conocerá a los poetas de “la generación del 98”: Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, los hermanos Manuel y Antonio Machado, Juan de Dios Peza, Azorín, a quienes habrá de capitanear en el movimiento modernista. Este movimiento, que rompe el anquilosamiento de la lengua castellana y le insufla un nuevo aliento renovador, contó también seguidores del otro lado del Atlántico: Amado Nervo, Gutiérrez Nájera, Leopoldo Lugones,  Rafael Arévalo Martínez,  Barba Jacob, José Santos Chocano.
Es también entonces cuando conoció en Madrid a la mujer que lo acompañaría ya toda su vida, la campesina Francisca Sánchez, (“la princesa Paca”, como solía llamarla Juan Ramón Jiménez), originaria de la aldea de Navalsauz, en la sierra de Gredos. El mismo le enseñaría a leer y escribir, y al hijo de ambos, Rubén Darío Sánchez, lo declaró su heredero universal.
En 1899,  encontrándose aún en Madrid, el mismo diario La Nación lo envió a cubrir la Exposición Universal de París, y así habrá quedarse en Francia por una larga época, un período decisivo también en su producción literaria; el gobierno de Nicaragua lo designó entonces Cónsul en esa ciudad. En 1905, apareció en España su libro de poemas más trascendental, Cantos de vida y Esperanza.
A finales del año de 1906 regresó de manera triunfal a Nicaragua. Fue recibido como un héroe en León, Managua y Masaya, entre grandes demostraciones populares que arrastraron al país entero; y al volver a Europa en 1907, presentó cartas credenciales ante el Rey Alfonso XIII como Embajador ante la Corte de Madrid, nombrado por el régimen liberal del General José Santos Zelaya. Difícilmente pudo ejercer este cargo, pues desde Managua le escatimaban los sueldos, y terminó cerrando la embajada para volver, lleno de deudas, a París.
En 1907 se publicó en España otro de sus libros claves, El canto errante, y el año siguiente El viaje a Nicaragua e Intermezzo Tropical; en 1910, también en Madrid, apareció El poema del otoño y otros poemas.
A finales de 1914 dejó para siempre Europa, rumbo a Nueva York, cuando empezaban a soplar ya los vientos de las Primera Guerra Mundial, recién publicado en Barcelona su Canto a la Argentina y otros poemas. Después de una estancia de pocos meses en Nueva York, donde se suponía iba a iniciar una gira continental para predicar a favor de la paz, cansado y enfermo recaló primero en Guatemala, por invitación del dictador Manuel Estrada Cabrera, y a finales de 1915 regresó a Nicaragua, el año en que aparecía, también en Barcelona su autobiografía La vida de Rubén Darío escrita por él mismo.
Murió en León el 6 de febrero de 1916. Sus funerales, que duraron una semana, resultaron apoteósicos, y fue enterrado con honores de Príncipe de la Iglesia en la Catedral Metropolitana, la misma en que había sido bautizado.
La historia de la literatura en lengua española debe de contarse antes de Darío y después de él. Desde América, le tocó descubrir, casi simultáneamente, el romanticismo, el parnasianismo y el simbolismo. Supo de todas las escuelas, de todos los poetas, de pintores y de músicos, de Grecia, de Roma, de Chibcha y Palenque, de la ciencia moderna y antigua, y todo lo que creó, como lo advertía en su tiempo Juan Valera, es "bronce corintio" y es "mármol de Jonia". Por la magnitud de su creación y de su arte, por sus innovaciones en la métrica y el estilo, Darío dio nombre a toda una época en la lírica del idioma, el modernismo.
Ninguno de los poetas modernistas de América y España, seguidores suyos, puede explicarse sin su influencia. Así como tampoco hubieran sido posibles después Federico García Lorca y Rafael Alberti, o César Vallejo y Pablo Neruda, Jorge Luis Borges y Octavio Paz.
En Nicaragua, Rubén Darío no sólo tiene una significación literaria, sino que encarna la identidad cultural de la nación. El hecho de que un país pobre, desde la oscuridad del siglo XIX haya sido capaz de dar un genio universal de su calibre, representa una síntesis, y a la vez un impulso permanente que habrá de marcar a Nicaragua como entidad nacional.
Por otra parte, Darío funda nuestra literatura, y siendo él moderno, le abre las puertas de la modernidad a esa literatura, que no se quedó estática en la escuela modernista que él mismo fundó, y que ganó en su tiempo muchos adeptos de todo tamaño; por el contrario, su impulso creador fue capaz de engendrar un proceso dinámico que ha dado una generación tras otra de escritores, sobre todo en la poesía, la vertiente más poderosa abierta por Darío en su propia tierra natal, como se verá más adelante.
En este ámbito propiamente tal del modernismo, Nicaragua contará con poetas menores en apariencia que, de haber tenido una verdadera y oportuna difusión, habrían logrado una mayor proyección en América y serían justamente valorados; tal es el caso de Román Mayorga Rivas (1861-1925), anterior realmente a Darío, y quien vivió y escribió en El Salvador; Santiago Argüello (1971-1940), a quien se vio en su época como el sucesor más probable de Darío en Nicaragua, y hoy prácticamente olvidado; Lino Argüello (1887-1937) un poeta bohemio, de creaciones muy populares, romántico y neosimbolista, el poeta de las novias muertas y los amores platónicos exacerbados; todos los anteriores leoneses. Y el provinciano e intenso Ramón Sáenz Morales (1891-1927), nacido en Managua, cuyos acuarelas de la vida rural conservan fresco su encanto; o el epigramático Rafael Montiel (1887-1973), nacido en Masaya.
http://nicaraguavolcanyfrontera.blogspot.ca/2011/09/el-fenomeno-capital-de-ruben-dario.html
http://www.buscabiografias.com/bios/biografia/verDetalle/6203/Ruben%20Dario

CUENTOS EN PROSAI. - El rey burgués
II. - La Ninfa
III. - El fardo
IV. - El velo de la reina Mab
V. - La canción del oro
VI. - El rubí
VII. - El palacio del sol
VII. - El pájaro azul
IX. - Palomas blancas y garzas morenasEN CHILEAlbum porteño
I. - En busca de cuadros
II. - Acuarela
III. - Paisaje
IV. - Aguafuerte
V. - La virgen de la paloma
VI. - La cabezaAlbum santiagués
I. - Acuarela
II. - Un retrato de Watteau
III. - Naturaleza muerta
IV. - Al carbón
V. - Paisaje
VI. - El idealEL AÑO LÍRICOI. - Primaveral
II. - Estival
III. - Autumnal
IV. - Invernal
V. - Pensamiento de Otoño
VI. - AnatkhLa segunda y tercera ediciones de AZUL...Tres historias en prosa fueron añadidas a la segunda edición, las tres fueron retenidas en la tercera edición.
El Sátiro sordo
La muerte de la emperatriz de la China
A una estrella.
AZUL... es una compilación de los escritos que Darío había realizado para La Epoca de Santiago de Chile durante los años 1886 al 1888. El libro se compone de dos secciones. La primera, CUENTOS EN PROSA, contiene dos partes en si: historietas no relacionadas, en las que se destaca la nueva tendencia con gran claridad, y EN CHILE, donde “el poeta” narra sus experiencias durante su estancia en Chile. La segunda parte EL AÑO LÍRICO, se compone de exquisitas poesías que aunque aun románticas, se les notan las inquietudes innovadoras.AZUL... fue editado tres veces durante la vida del autor. La primera edición fue publicada en Valparaíso, Chile por la Imprenta y Litografía Excélsior que terminó de imprimir el libro el 30 de julio de 1888. La segunda, más amplia incluyendo tres poemas en francés, se editó en la ciudad de Guatemala por la Imprenta de La Unión en 1890. La tercera, con el contenido reducido, en Buenos Aires por La Nación en 1905. El debate continua, ¿ es la segunda o la tercera edición la autoritaria ?

EvoluciónLa evolución poética de Rubén Darío está jalonada por la publicación de los libros en los que la crítica ha reconocido sus obras fundamentales: Azul... (1888), Prosas profanas y otros poemas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905).Antes de Azul... Darío escribió tres libros y gran número de poemas sueltos, que constituyen lo que se ha dado en denominar su "prehistoria literaria". Los libros son Epístolas y poemas (escrito en 1885, pero no publicado hasta 1888, con el título de Primeras notas), Rimas (1887) y Abrojos (1887). En la primera de estas obras es patente la huella de sus lecturas de clásicos españoles, así como la impronta de Víctor Hugo. La métrica es clásica (décimas, romances, estancias, tercetos encadenados, en versos predominantemente heptasílabos, octosílabos y endecasílabos) y el tono predominantemente romántico. Las epístolas, de influencia neoclásica, van dirigidas a autores como Ricardo Contreras, Juan Montalvo, Emilio Ferrari y Víctor Hugo.En Abrojos, publicado ya en Chile, la influencia más acusada es la del español Ramón de Campoamor.[15] En cuanto a Rimas, publicado también en Chile y en el mismo año, fue escrito para un concurso de composiciones a imitación de las Rimas de Bécquer, por lo que no es extraño que su tono intimista sea muy similar al de las composiciones del poeta sevillano. Consta de solo catorce poemas, de tono amoroso, cuyos procedimientos expresivos (estrofas de pie quebrado, anáforas, antítesis, etc.) son característicamente becquerianos.[16]Azul... (1888), considerado el libro inaugural del Modernismo hispanoamericano, recoge tanto relatos en prosa como poemas, cuya variedad métrica llamó la atención de la crítica. Presenta ya algunas preocupaciones características de Darío, como la expresión de su insatisfacción ante la sociedad burguesa (véase, por ejemplo, el relato "El rey burgués"). En 1890 vio la luz una segunda edición del libro, aumentada con nuevos textos, entre los cuales una serie de sonetos en alejandrinos.La etapa de plenitud del Modernismo y de la obra poética dariana la marca el libro Prosas profanas y otros poemas, colección de poemas en las que la presencia de lo erótico es más importante, y del que no está ausente la preocupación por temas esotéricos (como en el largo poema "Coloquio de los centauros"). En este libro está ya toda la imaginería exótica propia de la poética dariana: la Francia del siglo XVIII, la Italia y la España medievales, la mitología griega, etc.En 1905, Darío publicó Cantos de vida y esperanza, que anuncia una línea más intimista y reflexiva dentro de su producción, sin renunciar a los temas que se han convertido en señas de identidad del Modernismo. Al mismo tiempo, aparece en su obra la poesía cívica, con poemas como "A Roosevelt", una línea que se acentuará en El canto errante (1907) y en Canto a la Argentina y otros poemas (1914). El sesgo intimista de su obra se acentúa, en cambio, en Poema del otoño y otros poemas (1910), en que se muestra una sencillez formal sorprendente en su obra.No todos los poemas de Darío fueron recogidos en libros en vida del poeta. Muchos de ellos, aparecidos únicamente en publicaciones periódicas, fueron recopilados después de su muerte.
Libro publicado en 1905, CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA, los cisnes y otros poemas representa la cima y síntesis de la obra lírica de Rubén Darío (1867-1916). En esta obra canónica, el poeta nicaragüense reorientó una escritura que, sin abandonar los mundos de «Azul» y «Prosas profanas» (L 5325), da espacio a la irrupción impetuosa de lo personal en su poesía: sentimientos de culpa y también gozosos, pesares y temores, atracción por el eros y anhelo de espiritualidad se unen a reflexiones sobre la cultura, la historia y la defensa de lo americano y lo hispánico, amenazado en la confluencia de los siglos xix y xx por poderosas fuerzas como Estados Unidos. La edición del texto corre a cargo de José Carlos Rovira, quien proporciona de forma aparte al lector interesado un amplio comentario que recorre sentidos, contextos y situaciones que el tiempo ha podido distanciar, pero que siguen siendo poéticamente imprescindibles.

Cantos de vida y esperanza”el libro se inicia con una autobiografía poética sigue con una serie de poemas de tono angustiado y otros temas hispánicos. La trayectoria poética de Rubén la completan 3 libros mas: “ El canto errante”,”Poema del otoño” y “ Canto a la Argentina”. En los dos últimos vuelve un tono melancólico.Métrica y Estilo: La innovación mas importante fue la que se refiere al lenguaje poético. Este lenguaje busca la belleza que consigue Darío por medio de:
*
Estrofas métricas perfectas
*
Versos de medida correcta
*
Efectos musicales
*
Riqueza léxica

Rubén Darío

Rubén Darío:Su vida: Mostró inclinación por la poesía y la literatura en general. Pronto consiguió un empleo en la biblioteca nacional, lugar que aprovecho para leer a los clásicos y aprender francés con la lectura, publico “Azul” a partir de entonces se le conoció como fundador del modernismo. Viajo a España como delegado de nicaragua, transcurridos 6 años, volvió a Madrid, enviado por el diario La Nación. Después de ese segundo viaje a España, vivió permanentemente en Europa, Francia, España y sus raíces indígenas americanas influyeron en su obra.Su Obra: La extensión y magnitud de la obra de Rubén Darío contiene todos los matices de la nueva estética. Sus primeros libros poéticos presentan una raíz romántica con notas de imaginación y fantasía. Fue Azul la obra que marco el comienzo de la nueva escuela poética.La mezcla de lo europeo y lo americano se hace patente en su obra por un lado los motivos mitológicos, la exaltación de los placeres por otro sus inquietudes.“Prosas Profanas” esta compuesto de composiciones como la celebre “Sonatina” o “El coloquio de los centauros” donde Darío expone su filosofía. La presencia de los cisnes, símbolo de la poesía, así como del erotismo.

frases de Rubén Darío

Rubén Darío » últimas frases
Sin mujer, la vida es pura prosa.
El eterno femenino puede tornar humano lo divino.
La mujer musa es la de carne y hueso.
Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!
¡Dejad al huracán mover mi corazón!
Pero tu carne es pan, tu sangre es vino.
Si pequeña es la patria, uno grande la sueña.
El canto vuela, con sus alas: armonía y eternidad.
Para qué querré yo la vida cuando no tenga juventud.
Cuando quiero llorar, no lloro... Y a veces lloro sin querer.
Eres un universo de universos y tu alma una fuente de canciones.
Un buen libro es el mejor de los amigos, lo mismo hoy que siempre.
Cantos de Vida y Esperanza - Ruben Dario
Ruben Dario - Poemas
CPEBG - 10 - Cincuenta poemas de Alfoso Cortes
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jueves, 6 de noviembre de 2014

NICARAGUA

bandera de nicaragua
El Güegüense En el siglo XVII, en las calles de una pequeña ciudad colonial nicaragüense gobernada por autoridades españolas y habitada por indígenas y mestizos, comenzó a interpretarse una comedia bailete de gran valor cultural que expresaba un rechazo a la dominación hispana de manera burlesca, ingeniosa y creativa. Con el tiempo la obra pasó a ser un símbolo de identidad para el pueblo de Nicaragua por su carácter de protesta, y tres siglos después de su origen llegó a ser declarada “Patrimonio Vivo, Oral e Intangible de la Humanidad” por la UNESCO.
Esa histórica obra de autor anónimo es “El Güegüense o Macho Ratón”, primera pieza literaria nicaragüense, perteneciente al teatro náhuatl. Conozca a continuación detalles sobre la historia y contenido de esta comedia maestra.

La Historia

El Güegüense nace en la ciudad de Diriamba, en el actual departamento de Carazo. Existen varias teorías sobre la fecha de su surgimiento, pero sí se sabe con certeza que su lengua primigenia de representación era el náhuatl local. La obra se presentaba como teatro callejero, en las narices de las autoridades coloniales españolas civiles y militares.
El pueblo de la zona había demostrado su fuerte carácter con un directo rechazo y rebeldía contra el dominio español desde la llegada de los primeros conquistadores. En 1522, aproximadamente, el capitán de conquista Fernández Dávila se topó en la región con la tribu local encabezada por el cacique Diriangén. Los indígenas recibieron cortésmente a los extranjeros y escucharon sus demandas que incluían el sometimiento a la autoridad de la colonia española y la conversión al cristianismo; pidieron un breve tiempo para considerarlas y al volver arremetieron con furia contra el invasor.
Ese episodio de la historia es hoy considerado como la primera guerra anti-intervensionista nacional. Los españoles se impusieron gracias a su tecnología militar, y el pueblo de Diriangén se vio diezmado y sometido ante el invasor. Sus descendientes, un siglo después, fueron los posibles creadores y primeros espectadores de una obra cuyo contenido expresaba una resistencia pacífica ante la autoridad extranjera.
El Güegüense continuó presentándose en las calles y era transmitido de forma oral de una generación a la otra. No fue sino hasta 1942 que sus parlamentos fueron recopilados e impresos por primera vez en un libro, y ocho años después su música es grabada, también por vez primera.
En tiempos modernos los bailes de El Güegüense y su presentación completa pasó a formar parte de la expresión cultural durante las fiestas en honor al santo patrono de Diriamba, San Sebastián, en la tercera semana de Enero. Aunque hoy en día sus bailes forman también parte del repertorio de diversos Ballets Folclóricos profesionales y la obra completa es eventualmente interpretada de forma profesional o aficionada en teatros y colegios por todo el país, es durante estas fiestas diriambinas que se puede observar a El Güegüense y sus bailes interpretados por sus herederos naturales: los habitantes de la comunidad de Diriamba.
El 25 de Noviembre del año 2005, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) otorgó un reconocimiento mundial a “El Güegüense o Macho Ratón”, al declararlo Patrimonio de la Humanidad.

La Obra

El Güegüense es una obra atractiva y muy interesante por los componentes que la conforman como comedia bailete: parlamentos, música y danzas, así como por la indumentaria teatral de los actores, la cual se asemeja a las utilizadas en sus orígenes, con algunas modificaciones y enriquecimientos que se han venido dando a lo largo del tiempo.
El nombre proviene de su personaje principal, el Güegüense, el que a su vez se deriva de la palabra náhuatl “huehue”, que significa viejo, sabio.
La obra consta de 14 personajes. Son tres mestizos: el Güegüense, su hijo Don Forsico y su hijo Don Ambrosio; cuatro autoridades españolas: el Gobernador Tastuanes, el Capitán Alguacil Mayor, el Escribano Real y el Regidor Real; tres mujeres: Doña Suche Malinche y sus dos damas de compañía; y cuatro “machos” (bestias de carga): el Macho-moto, el Macho-viejo, el Macho-mohino y el Macho-guajaqueño (otros le llaman Macho-boaqueño).
La indumentaria de los diferentes personajes es muy llamativa. Los españoles visten trajes y sobreros coloniales elegantes con lentejuelas y altas medias, demás de máscaras pintadas con bigotes y pelo rubio o castaño, y ojos azules o claros. Los mestizos usan máscaras con bigotes oscuros, sombreros de paja, ropas menos ostentosas, calzan sandalias o van descalzos y portan un chischil (o sonaja) puntiagudo de metal. Los machos van descalzos y usan chalecos con lentejuelas y máscaras de caballos, una crin de mecate y también portan chischil metálico. Las damas no están enmascaradas y usan vestidos largos, collares y aretes.
El Güegüense se describe a sí mismo como un comerciante que viaja por los diferentes territorios coloniales de México y Centroamérica con finas mercancías. Sus hijos son sus ayudantes: Don Forsico es su mano derecha y respaldo, Don Ambrosio es su detractor. Los cuatro machos son sus animales de carga y trabajo.
El Gobernador Tastuanes es la autoridad máxima y el Capitán Alguacil Mayor su fuerza policial. El Escribano Real y el Regidor Real son funcionarios gubernamentales locales. Doña Suche Malinche es hija del Gobernador Tastuanes y las dos damas son sus sirvientas.
La trama tiene 314 parlamentos (según la primera versión escrita) y se desarrolla así: el Güegüense es visitado por el Capitán Alguacil Mayor, quien lo convoca al Cabildo Real para arreglar el pago de sus impuestos. Una vez ante el Gobernador Tastuanes, el habilidoso Güegüense usa su ingenio para convencerlo de unir en matrimonio a Doña Suche Malinche y su hijo leal Don Forsico, evitando así tener que pagar nada a esas autoridades que él desprecia. En los parlamentos, el Güegüense despliega con picardía frases de doble sentido y simula frecuentemente una sordera para burlarse y engañar a las autoridades del Cabildo Real; hace también gala de sus maravillosas mercancías, las que enumera en repetidas ocasiones. Esas mercancías son reales según su hijo Don Forsico, pero su hijo Don Ambrosio expresa con enojo que son falsas, acusando a su padre de charlatán y embustero. Finalmente el Güegüense cierra su trato con una fiesta en el Cabildo Real.
Alternado con los parlamentos se desarrollan los bailes, en los que intervenían originalmente sólo los machos, según algunos estudiosos, pero que hoy en día participan igualmente los personajes españoles. En algunas presentaciones no tradicionales si no profesionales, los bailes se ejecutan con creativas coreografías innovadoras.
La obra tiene 14 sones, aunque en la actualidad se usan sólo seis en las presentaciones tradicionales y en otras. La música se interpreta con sus instrumentos originales, muestra del sincretismo cultural que expresa toda esta obra: un pito (flauta) y un tambor indígena, y un violín y una guitarra europea. Las canciones son totalmente instrumentales y tienen una evidente influencia tanto indígena como española en sus melodías lentas o rápidas.
El autor de la obra es desconocido y sobre él existen también otras tantas hipótesis, como que fue un culto mestizo cansado de los impuestos, o un sacerdote que tenía buen dominio del náhuatl y el español.
La construcción literaria de El Güegüense permite una variedad de interpretaciones. Para unos, el Güegüense es un muy trabajador, astuto y prospero comerciante que no quiere pagar impuestos al gobierno impuesto por la corona española. Para otros, el Güegüense es un pequeño comerciante habilidoso, pícaro y estafador, que hace uso de sus mil mañas para embaucar a las autoridades españolas de las que no sólo consigue evitar el pago de impuestos, sino también casar a uno de sus hijos con la propia hija del gobernador.
Sea como fuere, esta excelente y pintoresca obra expresa la resistencia de un pueblo ante las autoridades invasoras, y constituye una de las más importantes herencias culturales de los nicaragüenses, para quienes el Güegüense constituye un digno representante de su carácter: pícaro, astuto y rebelde.

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